El empate sin goles dejó en evidencia la falta de juego asociado y trato con el balón que hoy existe en el fútbol argentino.
El conjunto visitante fue el que más llevó la pelota a ras del piso y propuso en gran parte del partido, sobre todo durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Intentó por el centro y las bandas, por momento desprotegidas, vulnerar a la defensa local, pero no pudo profundizar en las definiciones. Tigre tuvo las más claras. Un muy buen remate de Fernando Telechea, desde afuera del área, y otro disparo, también de él mismo, que dio en el travesaño, fue lo único que incomodó al arco de Jorge De Olivera durante toda la tarde-noche, en la Zona Norte del Gran Buenos Aires.
De cara al Río de La Plata, Racing comenzó mejor pero no lograba terminar eficazmente su propósito de gol. El partido tuvo más imprecisiones que aciertos. Las llegadas se lograban en tiempos discontinuos y hubo muy poco juego colectivo. El resultado de esto fue que se vieran muchos remates desde afuera de las áreas, sin precisión como así tampoco de la participación de todo un equipo.
De emociones, poco y nada. A los diez minutos de juego, una muy buena intervención del arquero visitante hizo ahogar el grito de Telechea. Luego, y promediando la primera etapa, La Academia remató dos veces al arco de Tigre. En todas ellas, el tiro final estuvo en los pies de Pablo Lugüercio que hizo lucir al arquero Luis Ardente. A cinco minutos para finalizar la primera parte, Tigre encontró en los pies, nuevamente de Telechea, una posibilidad de abrir el marcador. El delantero se sitúo en un inesperado mano a mano con el uno rival. Adelantó el balón con intenciones de entrar al área y enfrentarlo, pero el auto pase fue largo y De Olivera fue mas rápido que él. Así se fue un pobre primer tiempo.
En los últimos cuarenta y cinco minutos, el juego se torno aún más cortado y friccionado. A Racing le costo más el juego asociado, y con esto hacerse dueño del balón. Tigre no lograba nunca juntar en la mitad de la cancha a Román Martínez y Castaño para exigir a la defensa rival, y poner en situación manifiesta de gol a sus delanteros. Sólo Telechea remató, durante todo el complemento, hacia el arco visitante. Fue a los siete minutos, y el disparo dio en el transversal. Con el correr de los minutos, solo se vio como ambos equipos se iban convenciendo y conformando con este 0 a 0, que al término de los noventa minutos ya era una realidad.
El DT local, Caruso Lombardi, buscó variantes. Con el ingreso de Diego Morales quiso darle juego a un Tigre que siempre lo necesitó, pero nunca lo encontró. Por su parte, Miguel Angel Russo, hizo lo propio con la entrada de Gabriel Hauche pero su reemplazo era precisamente el único hombre que podía marcar una diferencia dentro del campo de juego, Pablo Lugüercio.
Tigre y Racing no ofrecieron más que eso, un pobre espectáculo deportivo. No arriesgaron demasiado, y en mutuo acuerdo resolvieron repartir los puntos en juego.
Leonardo Matta
